¿Esto es... amor?

Oh, vamos, sabías perfectamente que acabaríamos así. Eras completamente consciente de lo que
hacías, con esas sonrisitas, y esas miradas, y esas bromas. Con esa forma de ser. Sabías que lo único que querías era enamorarme, así que no me pongas cara de sorprendido si alguna vez reúno el valor suficiente para decirte que lo has logrado. Aunque de momento, seguiré negándome a aceptarlo, pues sabes de sobras que a mí lo de atarme a las personas me cuesta. Si le hago caso a todo el mundo, tu y yo estamos enamorados hasta las trancas el uno del otro; pero lo de hacer caso a los demás, como que no es lo mío.

Pero, ¿sabes? Te sueño. Te sueño cada noche y me despierto feliz, aunque después se me pase al recordar que tengo que soportar otro día sin tus labios, pero escuchando ese "Haríais buena pareja, ¿eh?" que me repiten cada día mis amigas. ¿Haríais? Ojalá fuera un hacéis. Ojalá pudiera cambiar esa puta conjugación verbal. Pasar del condicional al presente de indicativo. Pero sólo si me prometes que después no pasaremos al pretérito imperfecto, por favor.

Me gustaría poder invitarte a un viaje que empieza en mis labios y baja recorriendo todo mi cuerpo. Y que, si te apetece, me invitaras a viajar por tu piel. Sin mapas, pues nos perderemos en los besos. Tus manos y tus besos nos abrirán paso entre nuestros ojos. Y nos mojaremos, y sudaremos, pero dará igual. Porque nos mojaríamos de besos, y sudaríamos amor.

Quizás ya va siendo hora de que acepte lo que todos dicen, pero lo que ni tú ni yo vemos. Porque tus ojos dicen lo que tus labios no tienen el valor de decir. ¿O me equivoco? Quizás no me quieres del mismo modo. Pero, ¿sabes? Me da igual. Porque te quiero, y nada en el mundo podría cambiar eso. Ni siquiera tú.