Mírala.

"Estoy bien".
¿Cuántas veces te lo ha dicho, y cuántas te lo has creído? ¿De verdad? ¿Crees que está bien? Mírala. Mírala de frente, de espaldas, de un lado y del otro. Mírala de cerca, de lejos, estirada y de pie. Mírala, háblale, entiéndela. Mírala y descubre sus ojos vidriosos, y sus ojeras. Mírala y piensa por qué va con sudadera, incluso cuando hace calor. Mírala y recuerda cuántas veces la has visto en manga corta. ¿Te acuerdas si quiera de la última vez que la oíste reír a carcajada suelta?

Mírala caminar, y fíjate que evita el contacto con la gente. Mírala aislarse, y fíjate que intenta ser invisible. Fíjate en ella, y en cada uno de sus movimientos. Sus manos temblando, sus dientes hundiéndose en sus labios, sus auriculares en sus oídos, y la música al máximo. Mírala y date cuenta de ese pequeño detalle que muy pocas personas ven. Mira cómo sonríe, y piensa si, años atrás, sonreía del mismo modo.

¿Ya? ¿Lo has visto? Hace tiempo que ella y yo sabemos que no está bien, aunque diga estarlo. Pero tú aún no te habías dado cuenta, ¿eh? ¡Qué fácil es simular la felicidad, y qué difícil esconder la tristeza! Pero, ¿sabes? Lo mejor será que no le digas lo que sabes. Porque si se lo dices, si le cuentas que la has mirado, que has visto cómo temblaban sus manos, cómo se ahogaban sus ojos, o cómo intentaba ser invisible, ella lo pasará mal. Pensará que eres como los demás, y que sólo lo has hecho para reírte de ella.

Mírala. De lejos, de cerca, del derecho, o del revés. Y si te atreves, aunque sea por un instante, a decirle que sabes su secreto, échale cojones, y lucha contra sus ganas de echarte de su vida. Échale fuerzas, abrázala y dile que estarás aquí. No le digas para siempre, porque todo el mundo lo dice. Dile que estarás cuando te necesite. Y poco a poco, sin hacerle daño, y sin cortarte con los pedazitos de su corazón, ganatela. Porque si consígues ganar sus ganas de echarte de su vida, si consigues llegar a ella, la merecerás, y te dejará tenerla. Porque te juro que por ese entonces, ya se habrá dado cuenta de que no eres como los demás, de que no te fijas en ella para reírte.

Que tú te fijas en ella para quererla.