Mamá, tengo que decirte algo. Y quisiera decirtelo hablando, pero cuando creo que voy a decirtelo, se me hace tal nudo en la garganta, que sólo me sale decirte que hoy me ha ido bien en el instituto. Pero es que eso es mentira. Todo son mentiras. No me ha ido bien. Ni ayer, ni antes de ayer. Hace mucho tiempo que no me va bien. No tengo a nadie allí, me cuesta entender lo que me explican, y siento como que... Como que yo no tendría que estar allí. Lo paso mal. Intento esconderme de las miradas curiosas de los otros. No quiero que vean mi cuerpo, para que no piensen que estoy gorda, y me visto con ropas lasrgas y anchas, que no se ciñen a mi vergonzosa figura. Voy diferente a las demás, soy diferente a las demás. Y me da algo de miedo que me tachen de rara. Así que, sencillamente, no dejo que se acerquen a mí. Me hago la invisible, sentada en la esquina de la clase, e intento que ni siquiera los profesores sepan que estoy ahí. Es por eso que saco malas notas, mamá. Es por eso que me riñes cada vez que te traigo el papel con las notas. Es precisamente por eso. Por ser diferente.Y entonces, después de un duro día de esconderme, llego a casa. Llego a una casa donde vivo con gente que me conoce y que me quiere, pero donde me siento una extraña, como si ya no os conoceira. O como si vosotros ya no me conocierais a mí. Me siento una intrusa. O quizás siento que soys vosotros los intrusos, que no me dejáis llorar tranquila. Que hacés que tenga que aguantar mis lágrimas hasta la noche, sonreír, y haceros creer que estoy bien. Quisiera poder llegar a casa y hecharme a llorar, sin que vengáis y os preocupéis. No quiero haceros daño, suficiente daño me hago a mí misma.
Me encierro en mi habitación, y me pongo a pensar. Me pongo a pensar cuánto me duele no ser la hija que esperabas que fuera. Esa hija que salía cada día con sus perfectas amigas, que son unas grandes estudiantes. Esa hija que nunca te contestaba, y que siempre hacía exactamente lo que tú querías. Esa hija que no sólo sonreía, además era feliz. Lo siento.
Pasaron cosas, mamá, cosas malas, cosas dolorosas, cosas que me cambiaron. Y ahora soy así, y te digo que estoy bien. Aunque quisiera decirte que estoy tremendamente hundida en una depresión de la que no creo que me levante jamás. Quisiera decirte que me doy asco, y que no me quiero ni un poco. Quisiera decirte que me siento tremendamente sola, incluso cuando me abrazas. Quisiera contarte uno por uno todos mis temores. Quisiera decirte que me encantaría que fueramos una família feliz o, por lo menos, una familia normal. Quisiera poder decirte que me paso tantas horas en internet, porque aquí me puedo desahogar sin ser juzgada. Pero no puedo mamá. Por más que lo intente, no puedo. Así que, sólo te digo una cosa.
Lo siento, mamá, ya no puedo ser feliz.
